martes, 20 de enero de 2009

"Interruptus" Cap.2

...................................Interruptus.................................
By: Ellle


Cap.2
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-abres tus ojos, pero no puedes recordar por que la nieve cae en silencio- tocaba distraído, no obstante había dejado de lado el pensamiento “soy un asqueroso pervertido” para centrarse en el de “realmente estos amplis son alucinantes” durante al menos un par de horas.- Ya no puedes sentirla mas- el menor, en cambio, se aferraba al micro como si la vida le fuera en ello. A veces entre frase y frase incluso apoyaba los labios en él. Un pequeño rift y aquello ya estaría superado. A Tom no le gustaba grabar. Nunca le había gustado. Repetir la canción una y otra y otra vez hasta que todo quedaba perfecto, a veces demasiado perfecto; tanto, que hacía añorar alguna nota mal puesta, alguna improvisación “no-me-acuerdo-de-lo-que-iba-aquí,-bueno-da-igual,-repite-el-arpegio-y-ya”, alguna batería descompensada…

Apenas sonó la última nota Bill miró hacía el cristal tras el cual les vitoreaban con gestos.

El disco estaba grabado, y como decía el dicho…cría fama y échate a dormir. Se sonrió con malicia al recordar el tacto del edredón caliente por la mañana.

-Que tal una fiestecíta esta noche Gustav?- necesitaba un compañero de borrachera con urgencia y aquella era la excusa perfecta. Bebería y bebería hasta quedarse sin hígado y morir. Como los buenos roqueros.

-¡Joder, tu te metes algo! ¿Como demonios puedes aguantar?- Tom se colgó de su espalda, dejando todo su peso contra el brazo del batería.

-Pero si apenas es medio día…tienes hasta la noche para descansar.

Ni siquiera se molestó en contestarle. Salió de la sala con la malsana intención de vaciar la máquina de refrescos, la fuente de agua, y cualquier cosa algo fría. Y entonces el guitarra miró a Georg, esperando una respuesta aunque no le hubiera formulado la pregunta a él.

-Estamos todos igual de hechos polvo- se encogió de hombros ante la exclamación de fastidio del de rastas.

-Pero bueno, vaya panda de viejas amargadas, por el amor de dios- puso los ojos en blanco. No le preguntó a su hermano. Sabía que si le preguntaba a Bill él adoptaría esa actitud tan…tan suya. Tan servicial, solo por no saber quedar mal, y seguramente se iría de fiesta con él, y se sentaría en el sofá con algún baso de algo…y a los 20 minutos estaría irremediablemente dormido.

Con aquella expresión tan dulce que se le ponía al dormir, incluso cuando se le caía la baba; y la imagen de un Bill dormido, o borracho, o las dos cosas eran mas de lo que hubieran podido soportar sus malditas hormonas.

-¿Quieres que vaya yo?- sintió una risotada nerviosa subir por su garganta, pero logró morderse la lengua a tiempo.

-Déjalo, tenéis razón…todos estamos cansados.

oooooooooooooooOOOOOOOOOOOOOoooooooooooOOOOOOOOOoooooooooooo

-…Bill…- le excitaba oír sus propios gemidos ahogados con la almohada. Era ya como un ritual. Cada noche…después de cada concierto. Le veía en su mente tan jadeante como él mismo; llegaba a imaginar hasta la perfección el roce de sus uñas contra su espalda, sus piernas rodeándole la cadera. Le gustaba susurrar su nombre una y otra y otra vez hasta que incluso dejaba de tener sentido. Se imaginaba a si mismo apretándole los hombros contra el colchón, sintiendo su espalda arqueada, su piel empapada, en ese momento en que el corazón parece querer salírsete por la boca.

Mordió el colchón para acallar sus últimos gritos y dejó que todo se fundiera en negro. Y después, como siempre la culpa, el arrepentimiento, la prueba del delito cálida y pegajosa en la mano y la sensación fría del cubre colchón empapado de saliva contra su mejilla.

Y las ganas de llorar. Eso era lo peor.

A tientas buscó el rollo de papel higiénico bajo la cama. ¿Porqué Bill? Podía tener a la mujer que quisiera, incluso en el caso de ser realmente gay podía tener al tío que le diera la gana. ¿Porqué él? Se limpió con fastidio. Su maldito hermano. Su maldito hermano gemelo.

Le agobiaba aquella situación, aquella habitación de hotel, las enormes ganas que sentía de besar a Bill cada vez que él le regalaba una de sus sonrisas aniñadas, cada vez que se colgaba de su brazo, cada vez que le miraba durante un concierto. Se sentía sucio, asqueroso y era precisamente eso lo que le mataba por dentro.

Se levantó pero no había donde ir en aquel maldito hotel a las 3 de la mañana. No había ya donde ir nunca.

Sammy Deluxe le golpeaba los tímpanos con versos ahora vacíos, incapaces de ofrecerle una solución. ¿Quién podría? Se estaba volviendo loco. No sería de extrañar que cualquier día Gustav llamara al psiquiátrico para que se lo llevaran. En un instante de delirio miro al teléfono, pasándole por la cabeza la idea de llamar él mismo, “¿Hola? Quiero follárme a mi hermano gemelo, lo que no sé es si se lo debo a una obsesión narcisista o es que realmente me he enamorado de él hasta las trancas volviéndome un invertido, en todo caso, por favor, pásense por aquí a darme unos electro shocks”.

Se sobre saltó al sentir unos ojos clavados en él.

-Bill- estaba en la puerta en pijama. Se quitó los auriculares de un tirón sin atreverse a dar un paso.

-Te he oído dar vueltas...llamé pero no...

-Llevaba los cascos, perdona- y después se hizo el silencio, incomodo y largo.-Puedo pasar?

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In die Nacht...
...In the day...
..Kaulitz love...
...Oh right!
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